Una parte fundamental de lo que es la identidad corporativa se concentra en la representación gráfica. La traducción visual de los principales valores y características de la organización se sintetiza en el isotipo, imagotipo o logotipo, pero se complementa con el lenguaje gráfico asociado.
Cómo empezar a construir una identidad de marca
La identidad corporativa de una empresa no debe empezar con un trazo sobre papel o en un ordenador. Debe comenzar con una reflexión profunda sobre la misión, la visión, los valores y los factores diferenciales de una organización.
¿Cómo queremos que se perciba una entidad? ¿Qué rasgos la hacen única? ¿Existe un propósito empresarial que trasciende lo mercantil?
Debemos hacer un ejercicio de síntesis para entender qué somos, qué pretendemos ofrecer y qué nos hace diferentes frente a competidores y el resto del mercado.
Una vez que identifiquemos nuestras características, valores y creencias pasaremos al ejercicio de traducción visual.
Una identidad visual que encaja con el público
El comúnmente llamado como logotipo es la representación mínima de la identidad de una empresa, y es importante que deje entrever sus principales características.
La tipografía y el símbolo, en caso de existir, no serán un libro abierto, capaz de contener un elevado volumen de información. Sin embargo, sí que deben aportar claves como la amabilidad, la cercanía, la solvencia, la carga tecnológica, etc.
Es absurdo pensar en un centro infantil con una identidad corporativa sobria y pesada, o una marca de productos o servicios cosméticos de colores que recuerden a la suciedad.
Representar visualmente un concepto requiere de conocimiento técnico y estético, para que le resultado encaje con el discurso, sea útil y sobre todo que encaje con el público.
Este último punto es fundamental, las marcas que se desarrollan para agradar a los propietarios dan la espalda al factor clave para el éxito, los clientes y clientes.
Las marcas que triunfan en la actualidad ponen al cliente e incluso al Buyer Persona en el centro de todas sus decisiones. Cuando como cliente o clienta percibes que las organizaciones encajan a la perfección con tus valores y motivaciones, te resulta mucho más fácil conectar con ellas y establecer relaciones de confianza e identificación.
El lenguaje gráfico también es identidad
El segundo elemento que constituye la identidad visual corporativa es el lenguaje gráfico. Los elementos visuales, formas, colores, tipología de ilustraciones o fotografías definidos y elaborados para representar a una entidad son elementos fundamentales en la identificación de una marca.
La tipografía y las ilustraciones de las instrucciones de montaje de IKEA son un ejemplo perfecto. Con un golpe de vista se reconocen los soportes de la marca sueca, porque han normalizado y definido de forma exhaustiva el estilo gráfico.
Para ordenar y coordinar los soportes en los que se plasma la imagen corporativa, desde papelería comercial, a flota de vehículos, pasando por marcaje de interiores o dosieres, se recomienda la generación de un manual de identidad corporativa.
Este documento recoge cuestiones técnicas, proporciones, áreas de reserva, gama cromática digital y analógica, iconografía, etc. y permite hacer una implementación correcta en cualquier soporte.
Concentremos toda esta información en una definición sintética
La identidad visual corporativa se puede definir como la definición del concepto, el "logotipo" y el lenguaje gráfico que representa a una organización.
Pero, una buena identidad visual corporativa es además, un ejercicio donde el desarrollo técnico, creativo y gráfico conviven para generar una solución capaz de conectar con el público a través de elementos gráficos.